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- Publicado: 18 Octubre 2014
Las bibliotecas están pobladas de personajes como Zacarías: testigos del hambre vieja que viven en un mundo paralelo. Quizá uno de los más emblemáticos es el Carpanta de Escobar, nacido en la posguerra y heredero de la novela picaresca.
Leemos en ciberniz.com:
Carpanta es el símbolo del hambre insatisfecha. Vagabundo que vive en el ojo de un puente (...) Tiene una boca inmensa, que le llega de oreja a oreja, con uno o dos dientes solitarios. Aparece casi siempre abierta, como un inmenso agujero negro pero agujero negro que no engulle nada, y como en mudo alarido de protesta.
Pero lo más interesante del personaje se esconde tras lo superficial:
...un componente sádico que da risa, y una denuncia inicial a los años del hambre de la posguerra española, una boca desdentada en una época de escasos cuidados sanitarios, una boca permanentemente abierta que simbolizaba el deseo del grito y la protesta, y por si esto fuera poco, las intervenciones de Escobar, símbolo aquí del poder político, dueño del destino del personaje-súbdito a quien mantiene condenado en su rol desdichado porque eso es lo que conviene a la superestructura encarnada, en este caso, por su creador. Parece claro que ESCOBAR, recluso en la Cárcel Modelo de Barcelona en 1939 por haber colaborado en la zona republicana en la revista L´Equellot (El Cencerro) y condenado a prisión de seis años y un día, realizó una crítica muy dura, consciente o inconsciente, contra el sistema imperante a través de su Carpanta que la censura no supo advertir.
Posteriormente el personaje, con el desarrollo económico y la democratización española, ha perdido sus connotaciones secretas.
Fuente: http://www.ciberniz.com/carpanta.htm
Como (casi) siempre, una historia superficial, y tras ella múltiples lecturas.