- Detalles
Zacarías es una gran metáfora del alma humana, que además de dar voz a los “carentes”, como acertadamente se les llama en algún lugar del libro a los que nuestra sociedad ha dado en llamar indigentes, les otorga, casi en propiedad, una parte de la ciudad que constituye su centro de operaciones, su morada, y ese lugar interior que todo ser humano alberga, resúmen de la vida ya vivida, y que nos iguala a todos.
Muy interesante el mundo paralelo que tiene lugar dentro del parque de Ribalta, que se rige por normas distintas a las del exterior y en donde todo lo que sucede está sujeto a las necesidades más elementales de las personas que allí conviven: las rencillas, las disputas, pero también la generosidad y el compañerismo que mitigan el hambre y la soledad; las salidas al exterior siempre amenazante y la vuelta al mundo del interior del parque, cercano y protector.
Y genial el recurso final de la identidad de cierto personaje, que nos habla de la búsqueda de Zacarias hasta encontrar el verdadero amigo que siempre le escucha. Genial.
_____________
María Teresa es autora del libro "El parque de Ribalta" y más recientemente "Desde mi ventana", relato del paso del tiempo por un jardín. Podéis conocerla más en http://jardineslejanos.blogspot.com.es/
- Detalles
Llevo más de treinta años viviendo frente al parque Ribalta. Antes de vivir allí, entre mis primeros recuerdos me veo, junto a mi abuelo materno, persiguiendo palomas en su plaza central, donde luego instalaron el Obelisco o subido a un caballito del quiosco Campos, en ese mismo lugar; también tengo turbias reminiscencias de la feria, que se montaba allí. Luego, ya más recientemente, he paseado arriba y abajo con mi perrito: Itson, en sus casi dieciséis años de vida y ahora lo hago con Connor, otro can que comparto con mi novia. Y desde hace unos años, he dando vueltas y más vueltas, cientos, miles... con uniforme de “runner”, yendo por la acera exterior para que cada giro sea de más de mil metros ya que haciendo el recorrido de la mayoría, no se llega al kilómetro, circunstancia que me fastidia bastante. Y entre esos recuerdos, muchos, muchos más: conciertos de Tom Bombadil, besos adolescentes en los recovecos detrás de la Cruz de los Caídos, míticas batallas con los amigos del colegio en la Panderola junto al lago de los patos, los dibujos del premio Capla, las manifestaciones contra el paso del TRAM por su interior... Pocas localizaciones... Perdón, ningún lugar en este vasto mundo creo que está más ligado a mí vida que el parque Ribalta; como decía mi abuelo, “el Paseo”, a secas, sin más apelativos.
Así que leer una novela que tiene este emplazamiento como protagonista, que es un verdadero homenaje a su historia, a su arquitectura, a los seres que lo habitan, es algo más que especial.
Además conozco a su autor (de ahí que, siguiendo mis normas, la novela no tenga nota), aunque poco, la verdad: solo hemos coincidido y charlado un par de veces aunque espero que haya más ocasiones porque Pedro se parece mucho, muchísimo a cualquiera de mis amigos de toda la vida, a los vecinos de mi generación, a los compañeros de estudios que tuve en el instituto y la universidad; estar con él me resulta cómodo. Pedro es un tipo cercano y amable. Como su novela.
Está bien, dejo ya de enrollarme y voy al grano con la reseña:
Tengo que decir que las primeras páginas, sobre todo aquellas en las que se perfilan los personajes que van a protagonizarla, las leí con, lo que yo suelo describir “una ceja levantada”: sospechaba de esos mendigos bonachones, un poco (solo un poco) crápulas que deambulaban por el parque. Esos no son los que conozco, los que se orinan en los portales aledaños, los que destrozan vidrios de botellas en el suelo, los que venden droga en bicicleta (sí, lo juro) al lado de los niños que juguetean entre las palomas. Luego cambié la forma de verlo: el propio Zacarías y sus amigos (o vecinos) pasé a considerarlos como la representación de los más desfavorecidos, de aquellos que no suelen protagonizar novelas u otras manifestaciones artísticas, de los que son la “cara B” de nuestra sociedad, la menos amable, la más oscura, la que muchas veces no queremos ver. La lectura cambió. Tomar estos personajes al pie de la letra, sin más, me parece un error; considerarlos como clichés de la parte de la sociedad más menospreciada les confiere otro tratamiento. Pasan a ser verosímiles, a tener interés, a causar empatía.
Ojo, no es que diga que hoy mismo, en el parque, no haya nadie que se parezca a ellos. Quizás sí. Mi idea va más por cómo asumir la información que de ellos se da.
Pero si en los personajes tenemos un gran valor dentro del conjunto de la novela, no hay que olvidar que el verdadero protagonista que eclipsa a los demás, incluso al mismísimo Zacarías que hasta cede su nombre a la obra, es el parque Ribalta. Aquí no se puede sino alabar la labor de documentación del autor que ha aprovechado insertando curiosidades y anécdotas poco conocidas que, en ocasiones, me han sorprendido. Muy acertadas todas las descripciones y, por tocar un poco las narices, solo he echado en falta que se dijera algo de los movimientos sociales que se organizaron en torno al paso del trolebús en la época en que se ambienta la novela. Quede esto como anécdota sin más porque, y permítaseme la cuña, seguimos luchando y ahora, con la Justicia puesta de nuestro lado para que no se termine de cometer esa aberración que es partir el parque en dos.
¿Qué decir de la trama? Pues hay que tener mucho valor para tratar de congeniar el costumbrismo de unos mendigos, algo seguro alejado de la realidad social del autor, lo que incrementa la dificultad, con una historia policial de lo que podríamos llamar “perfil bajo”, de esas que a mí tanto me gustan: nada de asesinatos brutales cada diez páginas sino un sencillo robo, uno de esos delitos llamados “comunes”. El autor sale bien parado del tema, mostrándonos con eficacia la vida de estos desarrapados a la vez que nos va moviendo por la intriga del robo hasta una resolución sorprendente en su justa medida, es decir, sin ser previsible no solventa el asunto con giros rimbombantes al final que resten verosimilitud a una obra tan trabajada, lo cual es algo muy de mi agrado.
Ummm... No quiero terminar sin decir que hay un personaje como es la Coronela que se parece mucho a alguien que vivió en el barrio. Cuando tenga ocasión de volver a hablar con Pedro, que espero sea pronto, ya le comentaré a ver si hay una curiosa casualidad en todo esto o... un poco de mala leche.
Novela que, a quienes conozcan el parque Ribalta van a tener que leer y aquellos que no, al terminarla podrán pasearse por todos sus rincones reconociéndolo.
Dejo esto para junto a mi novia y Connor, darme una vuelta por su enrevesado interior. Hoy recordando pasajes de la novela como las anécdotas de Jamal, Vioran, el Sevillano y ese don Francisco que también me recuerda a alguien que conocí en el barrio.
Enhorabuena, Pedro
- Detalles
Estoy acabando de leer una novela que me ha atrapado: ZACARÍAS.
No soy lectora sacrificada, si no me gusta a la primera dejo el libro, para cuando me paguen la jubilación.
Zacarías es una novela que me ha conmovido. Después de leerla es imposible pasar indiferente ante personas sin techo, esas que encontramos en la calle y a veces vemos sin mirar. Ahora no puedo dejar de pensar si serán como Jamal, como el Clemente, como Viorel o el mismo Zacarías. Descritos con naturalidad, sin dramatismo, con un toque de ironía, que igual conmueve que hace sonreír.
Al tiempo hace una descripción tan brillante de lugares de Castellón por donde discurre la novela, que da ganas de hacer la ruta, de pasar por esos lugares y acercarse a las personas. Después de leerla, seguro con otra mirada.
También salen los "buenos": Francisco, la coronela... arquetipos conocidos.
A mi me ha gustado tanto que la pienso regalar.
6/1/2015
he acabat de llegir Zacarías. El final genial, com la resta. En hora bona Pedro. Per mirar el que pocs miren. per explicar el que passa, donar-ho a coneixer, i per fer-ho d'aquesta manera tan amena, senzilla emotiva i profunda. Per a mi ja ets un ESCRiPTOR. Te felicite.
- Detalles
Los que me conoceis, sabeis que soy poco dado a comentar mis pensamientos por las redes, pero en el caso de ZACARIAS no puedo mas que compartirlo con todos por la calidad del libro, por su manera de tratar un entorno que cualquier castellonense conocemos el PASEO RIBALTA.
Cuando cogi el libro por primera vez, senti como si de momento me encontrara en el anden central del paseo ribalta dando de comer a las palomas cuando era pequeño, las historias y personajes del libro son tan humanos y reales que conforme vas leyendo te vas encontrando en diferentes sitios del RIBALTA, cada personaje refleja en si mismo una parte de los problemas que tenemos en esta sociedad deshumanizada, donde los valores se centran en (tanto tienes tanto vales) Cuando la mayoria de las veces las personas que menos tienen te dan lecciones de solidaridad.
Leed a ZACARIAS y os sorprendereis de la fuerza que desprende.
Enhorabuena PEDRO PARADIS por el pedazo de libro que has escrito.